Proceso de remachar.
Las fases de la ejecución son varias: primero se trazan y taladran los agujeros, que han de ser de diámetro ligeramente mayores que los del vástago del remache; después se ajustan las piezas entre sí; se introduce el remache en el agujero; y después, por medio de diversos martillazos aplicados perpendicularmente y oblicuamente, se da una primera forma a la cabeza de cierre. La forma definitiva, por lo general redonda, se imprime con una pieza horadada según la forma que va a llevar la cabeza.
Se puede remachar en frío o en caliente; pero ambos sistemas son igualmente trabajosos. Se facilita la operación empleando martillos neumáticos (accionados por medio de aire comprimido) para formar las cabezas de cierre. A nivel industrial se recurre a máquinas especiales de remachar con dispositivos automáticos.
Tipos de remaches.
De cabeza plana. Tienen la ventaja de que sobresalen poco, pero la resistencia a la tracción es menor que con los de cabeza troncocónica o semicircular.
De cabeza troncocónica. Sirven para embutirse en un avellanado producido en la pieza, de modo que la cabeza no sobresalga.
De cabeza semicircular. La cabeza forma un montículo. Debido a su mayor sección en la parte limitante con el vástago, tiene una superior resistencia a la tracción.
Remache hueco. El extremo del vástago es hueco para ser conformado rápidamente con un instrumento puntiagudo.
De dos piezas. Una de las piezas tiene un agujero central, donde se introduce la otra pieza, que es cónica y que se sostiene por presión o deformándose su punta al penetrar en el primero.
Ciego o pop. Es un remache con hueco interior, en el que viene introducido un clavo con cabeza. A diferencia de los remaches comunes, el remache pop puede insertarse por un solo extremo sujetándolo por el clavo y colocando la cabeza en la perforación existente entre las dos superficies a unir (comúnmente placas o láminas). Con una herramienta llamada remachadora se hala el clavo hasta que su cabeza deforma el extremo del remache, fijándolo en la pieza. Al continuar la tensión, el clavo se rompe, quedando terminado el remache.